lunes, 26 de enero de 2009

Apreciaciones erradas

No me hieren vacíos, ni ausencias.
No me hieren silencios ni desvíos.

Sí, y sólo sí,
muerden, a veces, con ese hablar cruel,
ese actuar insensibles,
esas miradas despectivas,
creyendo que con eso
desalojarán el supuesto amor enloquecido
que aún mantendría en mi corazón.

¡Qué errada apreciación de mi sentir!
No es por desmerecerlos, pero se han
hecho una expectativa demasiada alta en relación al objeto de mi nostalgia.




No es el uno ni es el otro.
Si bien, ambos fueron importantes en mi vida; mi melancolía es de aquél que está en medio de la línea de sus historias, quien muy poco se dejó ver y sin embargo fue el más grande y hermoso de todos.
Aquél que, a pesar de no poder seguir también amándome, jamás tuvo la vileza de humillarme.
Aquél cuyo intento fue, aunque a través de unas pocas palabras, que nunca mi pena fuera por frases hirientes mal expresadas.

Es aquél quien vive a kilómetros de distancia, pero que en el mapa de mi vida no ocupa más allá que el trazado de una página.

Él es mi pero.
Él es mi por qué.
Él es mi amor sin respuestas.
Él es mi corazón sin pies ni cabeza.

¿Vosotros?
Vosotros soís apenas unas notas a pie de página.
Importantes para mencionarlos, pero sólo por buena crianza.